Era una noche fria, sin una nube en el cielo, la malvada luna Morrslieb estaba en lo mas alto del firmamento. El Capitan Wayne volvio a leer la carta recibida en su despacho, remitida por el propio Gran Teogonista de Altdorf, ordenandole ir a la Ciudad Maldita para comprobar los rumores llegados a la capital tras la caida del cometa de dos colas. El Capitan sabia que era un premio porlos trabajos realizados y los metodos usados en Zaragotham y alrededores. Mientras, sus hombres cenaban las raciones de campaña, alrededor de la fogata que habian encendido en las proximidades del bosque cercano al camino. Los cazadores de brujas contaban las experiencias vividas a los zelotes que se les habian unido antes de salir de Zaragotham, mientras estos les miraban con admiracion mientras mascaban carne seca, el Sacerdote Pennyworth entonaba una plegaria a Sigmar ante las debotas miradas de los flagelantes, para que bendijera los alimentos que iban a comer. De pronto, se oyeron unos fuertes ladridos y ruidos de ramas al partirse, todos se pusieron en pie empuñando sus armas a la espera de cualquier amenaza de la noche que se acercara. El Capitan se puso en pie y con una energica orden , mando no abrir fuego. De pronto, todos vieron como se aproximaban a la luz de la hoguera los tres Mastines de guerra que llevaban entre sus mandibulas los restos de lo que parecian ser ratas gigantes, casi del tamaño de niños pequeños. El Sacerdote y el Capitan Wayne se acercaron a los mastines para examinar mejor los restos.
- Capitan Bruce, esto es un Ska.....- dijo el sacerdote tapandose la boca para contener la arcada que le subia por la garganta.
- Si, padre Pennyworth, eso es, estamos llegando a la ciudad maldita, estamos llegando a MORDHEIM.