El exiliado

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consuelosi69
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El exiliado

Postby consuelosi69 » Tue Apr 24, 2012 2:43 pm

Un crepitante fuego caldeaba la sala de la taberna haciendo que el destartalado salón resultara sin duda más acogedor que el exterior, que en esos momentos estaba siendo azotado por una tormenta furibunda y ensordecedora.
Reiner se había situado en una mesa apartada de la chimenea y de la poca luz que arrojaban unos candiles y con una perfecta visión de la puerta, con la sola compañía de un vaso de vino y sus pensamientos…

Reiner Von Stolmen, así se llamaba, aunque ahora era mejor no alardear de su apellido, ya que en Averland, de dónde era oriundo, la Justicia del Emperador le buscaba por asesinato, aunque él lo consideraba más como un lance de honor, un duelo en el que simplemente él había salido victorioso y su rival no. Debido a ello había tenido que huir para escapar de la horca de la que su noble linaje no le hubiera librado.

Y pensar que todo había sido por una mujer. Su familia y la de ella eran originarias de Averland, ambas de noble linaje pero con antiguas ofensas entre ellas, las cuáles no habían evitado que forjaran primero una gran amistad y posteriormente una pasión y un amor que esperaban pudiera acabar con las viejas rencillas familiares de manera que ambas familias se convirtieran en una con su unión.

Cuán equivocados estaban. Cuando el padre de ella se enteró de su relación y de las intenciones que albergaban, prohibió a su hija el seguir viendo a Reiner y a él mismo le conminó a olvidarse de ella so pena de tener que tomar medidas más drásticas.

Tenían que haber hecho caso, pero eran jóvenes y estaban enamorados, así que siguieron viéndose a escondidas hasta una tarde en la que fueron sorprendidos por el padre de ella, sin duda traicionados.
La escena fue terrible: el padre de su dama ebrio de irá y rencor no atendía a los razonamientos que los jóvenes intentaba hilvanar para aplacar y convencerle, y toco concluyó cuando el padre de ella abofeteó con su guante a Reiner, retándole a un duelo, quería acabar con esa relación de raíz.
No podía dejar pasar tamaña ofensa y ambos desenvainaron sus aceros, la lucha fue feroz pero breve, ya que la mayor juventud y habilidad de Reiner se impusieron rápidamente y traspasó limpiamente el pecho de su oponente matándolo en el acto.

El grito de ella fue desgarrador, pero eso no fue lo peor, ni el que le gritara asesino mientras cogía en sus brazos la cabeza de su padre muerto, no, lo peor fue la mirada de odio que le dirigió y el juramento de que no descansaría hasta verle muerto y vengar así a su padre.
Fue como si su corazón se hiciera añicos y el dolor todavía persistía.

Al día siguiente tuvo que abandonar sus posesiones y huir a uña de caballo para salvar su vida ya que ella le había denunciado por asesinato y la justicia del Emperador le buscaba.
Pero no abandonó todo exactamente; es cierto que dejó atrás sus riquezas y atavíos, su honor y sus posibilidades de heredar el título y tierras de su padre, pero hubo algo que no dejó atrás, aún no sabiendo explicar el por qué.
Ese algo eran unos manuscritos, apenas un par de páginas casi ilegibles maltratadas y ajadas por los años y que llevaban generaciones en su familia, pasando de padres a hijos con la consigna de guardarlas y protegerlas pero sin ninguna explicación lógica de lo que contenían o de su importancia, más allá del hecho de su procedencia: la antigua y destruida ciudad de Atalheim.

Y esa era la razón de la vida que había llevado y de que ahora se encontrase en esa taberna apenas a unos días de camino de Atalheim. Muchas veces se preguntaba que habría sido de ella, aunque había oído algún rumor sobre que había ingresado en un convento, y anhelaba el poder volver a verla, el que ella le perdonase y entendiese que no había tenido opción, el poder volver a tenerla entre sus brazos y susurrar en su oído su dulce nombre.

Desde entonces había ido de un lugar a otro alquilando sus servicios como mercenario, sin contestar preguntas, viviendo día a día pero sin renunciar a la esperanza de poder volver a Averland y recuperar sus riquezas y a su familia, pero eso había acabado ya que había decidido viajar a Atalheim, donde esperaba encontrar fortuna y una explicación acerca de esos manuscritos que eran su más valiosa posesión , y para ello se había rodeado de algunos buenos compañeros que había conocido durante sus correrías como Haals y Pavel Vos, dos hermanos de origen kislevita que se habían criado en los bosques de Averland; además de Oskar Hetzau, un gigantón que había servido como sargento en las filas del emperador y Franz Litchmar un jovenzuelo imberbe y poco hablador, de apenas 15 años, pero con un increíble talento para los líos.

Reiner los había mandado a buscar hombres que se unieran a ellos, quedando en reunirse en esa taberna en el plazo de un mes y por las noticias que tenía habían cumplido su misión ya que habían reunido un buen grupo de hombres fajados en las numerosas guerras que asolaban el Imperio, e incluso los hermanos Vos habían reclutado a unos halflings, que como arqueros no tenían precio.

El rechinar de la puerta de la taberna sacó a Reiner de su ensimismamiento y en el umbral de la misma apareció Oskar. Reiner se levantó y cruzó la sala hasta detenerse frente a Oskar, quién afirmó con la cabeza.

Todos habían llegado. Era hora de encaminarse hacia Atalheim, era hora de buscar su fortuna.

consuelosi69
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Re: El exiliado

Postby consuelosi69 » Sun Apr 29, 2012 12:09 pm

Había retrasado demasiado ese momento pensando que no sería necesario pero estaba claro que iba a tener que hablar con Franz muy seriamente sobre su actitud; una cosa era ser un joven alocado propenso a meterser en líos y otra cosa era ser un cobarde.
Lo primero podía perdonarse a pesar de que en el camino hacia Atalheim les había metido en más de un lío, pero lo segundo ponía en peligro a todos los miembros de la partida y en ese ciudad maldita eso era imperdonable. Incluso ahora había decidido ir a pasar la noche a un casa separada de la que el resto de los hombres iban pernoctar a los pies de las derruidas murallas de Atalheim, lo mismo que había hecho en cada uno de los altos que habían tenido que hacer en su viaje hasta la ciudad. Hasta ese punto llegaba su indisciplina y su vergüenza.

Intento llevar sus pensamientos a lo acontecido durante el día; estaba claro que Atalheim iba a ser un lugar muy peligroso y eso sin llegar a haber entrado todavía en ella, ya que por la mañana cuando habían avistado sus murallas y se acercaban hacia la abierta puerta que en ellas se abría habían tenido una escaramuza con lo que parecía un grupo de monjas famélicas y desarrapadas que aunque lucharon con bravura no pudieron hacer frente a sus muchachos, en especial a las flechas de los hermanos Vols y de los Halflings por lo que decidieron retirarse llevando con ellas los cuerpos inertes de varias de sus hermanas.

Al menos sus hombres estaban bien, apenas unos arañazos, excepto Oskar cuyo rostro alcanzado por un látigo había quedado marcado por unas profundas y horrendas cicatrices que le daban un aspecto más fiero de lo habitual.

Por ello había decidido descansar esa noche para recuperarse de la refriega y entrar mañana con la luz del día en Atalheim para que al menos los peligros que sin duda les acechaban se revelasen a la luz del día. Sus hombres habían luchado bien y merecían ese descanso, excepto Franz, que había salido disparado hacia una casa apartada del combate y no había intervenido en él de ninguna forma.

Tenía que encontrar una solución y asumir el error que parecía haber sido enrolar a Franz en su compañía....

consuelosi69
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Re: El exiliado

Postby consuelosi69 » Thu May 10, 2012 5:23 pm

Averland, justo antes de la partida.......

- Mi señor, se lo ruego, lleve a mi hijo con usted, necesitará a alguien de confianza en la senda que le espera, y mi hijo sabrá hacerse digno de esa confianza. No le defraudra.

- Stefan, has servido fielmente a mi familia desde hace muchos años, y antes que tú, tú padre y tú abuelo también lo hicieron y vuestro trabajo y esfuerzo ha contribuido a la gloria de la Casa Von Stolmen, pero ligar el destino de tú hijo al mío sería condenarle sin remisión. Maté al padre de mi amada en un duelo pero la justicia del Emperador lo ve de otro modo y ahora no soy más que un fugitivo que siempre tendrá que mirar por encima del hombro. ¿De verdad quieres eso para Klaus?

- Mi Señor, atajó Klaus antes que su padre pudiera replicar; como bien habeis dicho mi familia lleva generaciones sirviendo a la vuestra, ligando su destino al vuestro y si ahora ese destino nos lleva a ser proscritos mi familia no abjurará de su deber. Mi padre es anciano, y aunque sé que arde en deseos de acompañaros, su momento ha pasado y debo ser yo su hijo quién ocupe su lugar y aporte todo lo que esté en mi mano para ayudaros en lo que convengais. No podeís partir sólo y necesitareis alguien en quién confiar allá dónde os dirigís y yo os demostraré que soy esa persona.

Reiner quedó pensativo; no sabía lo que el futuro le traería pero deducía que en Atalheim no iba a ser nada bueno, y no queria llevar al muchacho al infortunio, pero estaba claro que él y su padre habían tomado una decisión e iba a ser inútil el seguir discutiendo.

- Está bien, Klaus, recoge tus cosas y ensilla un caballo, apenas tenemos tiempo para salir del castillo.

La sonrisa del muchacho se ensanchó en su rostro cuando respondió que hacia tiempo que estaba preparado para partir, y sólo esperaba la orden de su Señor.

Quizá no fuera mala idea que le acompañara, al fin y al cabo.

consuelosi69
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Re: El exiliado

Postby consuelosi69 » Thu May 10, 2012 6:04 pm

Atalheim.....

Estaba claro que esa ciudad estaba maldita hasta los cimientos; desde que habían llegado no había parado de llover de una manera que parecía que se hubiesen roto las compuertas del cielo lo cuál dificultaba mucho las tareas de exploración.

Desde la escaramuza con las mujeres a su llegada a la ciudad no habían vuelto a encontrar ningún ser vivo, y se habían dedicado a explorar pequeños sectores de la ciudad cercarnos a las murallas sin ningún resultado, aunque quizás hoy tuviesen más suerte.

El dividir a sus hombres no era lo mejor, pero era la única manera de abarcar más terreno, así que colocó a uno de los halflings en una torre semiderruida desde que la pudiera tener la mejor perspectiva que la lluvia le permitiese y se pusieron en camino, no sin antes encargar personalmente a Klaus que vigilara de cerca al pequeño Franz.

Por fin, aquella maldita ciudad les daba algo además de agua, pues en la zona que estaban batiendo encontraron diversos fragmentos de piedra bruja, tarea en la que estaban absortos hasta que llego un grito de las alturas. Protegiéndose de las ráfagas de lluvia, Reiner levantó la vista y siguió la dirección que el brazo de Ringo marcaba y entre la densa lluvia apreció varias figuras que no se habían percatado de su presencia y que parecían dedicarse a la misma tarea que sus hombres.

En especial fijó su vista en una figura que parecía lucir unos penachos alados en su espalda y que en ese momento se levantaba triunfante con un trozo de piedra bruja en su mano, la cuál, de improviso, fue atravesada limpiamente por una flecha que sin duda provenía de su vigía halfling.

Y como si esa flecha fuese una señal, de repente empezó a oír por encima del repicar de la lluvia, gritos y ruidos de aceros entrechocando que parecían provenir de diversos lugares.

Reiner, desenvainó su espada, desechando las pistolas que con esa lluvía se volvían poco fiables, y corrió hacia los ruidos que le parecían más cercanos; atravesó el patió derruido de lo que en tiempos parecía una posada y al saltar lo que quedaba del muro exterior observó con Oskar y varios de sus hombres peleaban con lo que parecían unos enormes mastines azuzados por varios hombres ataviados con cuero y pieles.

Sin pensarlo entró en la refriega parando una estocada con la espada mientras que con la daga acuchillaba al hombre más cercano, al tiempo que Oskar decapitaba a uno de los mastines que justo antes había abatido a Eric, y dos de sus hombres acababan con el otro mastín y un par más de atacantes, de manera que los dos enemigos supervivientes, al verse en clara desventaja, decidieron huir de la refriega dejando atrás a sus muertos.

Reiner mando a Oskar a buscar al resto de los muchachos, mientras él se acercaba al caído cuerpo de Eric y lo cubría con su capa para ocultar la carniceria que el mastín había hecho en su cuerpo, mientras se dirigía a Pavel para que con la ayuda de los hombres trasladara su cuerpo.

Mientras observaba como se llevaban el cuerpo, Oskar se acercó a él:
- He encontrado a Klaus y parece que también tuvieron un mal encuentro, por lo visto se dieron de bruces con lo que juran que era un oso y un par de hombres, pero salvo un par de rasguños están bien. Eso sí, me ha encargado que te diga que el jovenzuelo no ayudó mucho que digamos, pero encontró lo que parece ser una antigua armería. He mandado a Klaus y a Haals a que echen un vistazo a ver que encuentran.

- Cualquier cosa que encuentren no valdrá la vida de Eric; en cuanto regresen volved al campamento. Yo voy a enterrar a Eric, el patio de esa antigua posada es un lugar tan bueno como cualquier otro.
Encargate de las guardias y estar antentos por si vuelven nuestros amigos, y Oskar, dile a Franz que quiero hablar con él está noche. Quizás Eric no sea la única baja del día.....

consuelosi69
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Re: El exiliado

Postby consuelosi69 » Sun May 13, 2012 9:35 pm

Reiner estaba acabando de musitar una oración ante el recién enterrado cuerpo de Eric, cuando Hals le hizo una señal para que se acercase.

- ¿Qué ocurre?
- Nada grave, hemos registrado el edificio que marcó Klaus y hemos encontrado algo de dinero, armas y armaduras en buen estado y algo más...

Reiner arqueó una ceja a la espera de que el trampero prosiguiera pero parecía que no sabía cómo hacerlo
- ¿Es que tengo que sacártelo a golpes?
- No es eso, sólo que.... hemos encontrado algo más y será mejor que vengas a echar un vistazo.
- Muy bien, vamos a ver que es lo que te ha dejado sin habla.

- Ya te dije que era dificil de explicar Reiner.

Y tanto que lo era; el edificio en el que se encontraban debía haber sido una antigua armería o similar, tenía varias plantas y se estaba en relativo buen estado para el estandar de Atalheim; ahora se encontraban en el sótano del mismo, una sala amplia con mobiliario destrozado y un enorme agujero en el suelo que daba a lo que parecía un antiguo pozo ciego y dentro del pozo había un enorme ogro, herido y de muy mal genio si se tenía en cuenta los gritos que profería.

Mientras se acercaba al borde del agujero, Reiner ordenó a sus hombres bajar los arcos, al tiempo que se dirigía al ogro:
- ¿Hablas reikspel?
- Poco, suficiente para trabajos buscar
- Así que eres un mercenario, ¿que haces en Atalheim?
- Humanos contratarme y venir ciudad, encontrar tesoros, registrar este edificio y en pozo caer. Ellos no ayudar, ellos huir y dejar aquí.
- Debieron pensar que era una buena oportunidad de no pagarte y no compartir los tesoros que encontraron contigo.
- Ellos no pensar lo mismo cuando les desmembre...
- Pero para eso tienes que salir de ahí y parece que aunque lo has intentado no has tenido suerte. -Reiner meditó unos instantes antes de proseguir-. Te propongo un trato: mis hombres y yo te ayudaremos a salir del pozo, te curaremos las heridas y te alimentaremos y a cambio tú te uniras a nosotros con derecho a una parte de lo que esta castigada ciudad nos ofrezca. ¿Que te parece?
- Yo no fiar, tú poder engañar mi, como otros humanos
- Quizás si o quizas no, pero no tienes elección salvo que quieras pudrirte en ese pozo. ¿Aceptas el trato?
- Como tú decir, no tener alternativa. Acepto.

Reiner sonrío, y mientras daba media vuelta para alejarse del pozo se dirigió a Klaus y Haals: ¿a que esperais ahí quietos como pasmarotes? Sacar a nuestro nuevo compañero del pozo y llevarlo al campamento.


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