Tras el café de rigor y conocer allí a algunos de los jugadores, que vinieron desde Bilbao, Logroño e incluso Francia (y la propia Pamplona, claro), llegamos al local del Ordo Navarrorum, donde nos esperaban doce mesas espectaculares y veintidos rivales.
En mi primera partida me tocó un chaval majísimo que "pilotaba" (término que usa la comunidad para decir lo que juegas) una lista de Hassassin Bahram.
Se trata de un ejército basado en infiltradores-suplantadores (que se hacen pasar por tropas tuyas hasta que te meten la puñalada), camuflados, especialistas en combate cerrado y "oradores" (las tropas que usas en turno reactivo para responder a lo que hace tu rival) baratos pero efectivos.
La misión era Borrado Memoria, que consiste en activar unas consolas en el centro de la mesa para después destruir un terminal situado en la zona de despliegue enemiga.
Mi plan pasaba por centrarme en la misión, pero mi rival me castigó duramente en su primer turno, eliminando incluso a mí teniente y dejándome prácticamente sin opciones.
Pero lejos de entregar la partida, o quizá precisamente por las bajas recibidas, decidí arriesgar y atravesar la mesa con un dúo de guardias varegos armados con granadas de humo y martillos de combate (trench-hammers) que acabaron destruyendo el terminal rival después de que uno de mis hackers activara el servidor.
Aún pudo empatar mi rival, pero una tirada afortunada de mi remoto con pulso flash dejó cegado al único operativo que podía cumplir la misión por su parte.
El resultado final (9-1 a mí favor) no se correspondía con las bajas (60 puntos destruidos por mi parte, 230 por la suya).
Y sé que lo que cuento puede resultar chocante, pero para mí es lo atractivo de este juego. Para ganar tienes que cumplir tu misión. Y lógicamente cuantas más tropas enemigas eliminas más fácil se ponen las cosas, pero matar no es la forma de lograr la victoria en el futuro...
De la segunda partida (derrota) no voy hablar, por es un tema que me da oscuridad y yo soy un ser de luz.
Y tras una comilona espectacular, llegábamos a la tercera y última partida.
Imrahil lo hacía con un balance inmejorable, de dos victorias y con posibilidades de llevarse el torneo. Yo, en cambio, llegaba con una victoria y una derrota que me situaba en media tabla.
La tercera partida me emparejó contra otro rival de los de enmarcar, y como no nos jugábamos nada decidimos apostar por divertirnos y jugar bonito. Y la partida salió espectacular.
"Contramedidas" es una misión que exige cumplir cuantos más objetivos mejor. Se sacan 3 cartas por turno con misiones que cumplir (hackear servidores, colocar explosivos, asesinar civiles...).
Es de esas misiones que me gustan porque me permiten tratar de evitar el enfrentamiento directo y moverme por el tablero. Mi lista está preparada para ello pero, como en la primera partida, hay que estar atento a que el rival no te liquide. Y en este caso, los PanOceanicos de mi rival contaban con varias unidades peligrosísimas (como Maximus, la estrella de Aristeia) que supe ignorar gracias a la colocación de minas y marcadores de camuflaje que pusieron a mi rival bastante nervioso.
Finalmente conseguí cumplir 5 misiones por una de mi rival, que volvió que hacerme más bajas de las que yo le había hecho (aunque no tan exageradamente como en mi primera parrida). Creo que jugué bien la misión y supe llevarme la victoria, aunque lo mejor fue la sensación de estar divirtiéndonos con lo que pasaba en mesa.
En su partida, en mesa 2, Imrahil empataba, aunque una victoria en la mesa 1 hacia imposible que nuestro favorito ganara el torneo.
Finalmente obtuvimos el tercer y el octavo puestos de un torneo de ¿24? jugadores, que no está nada mal. Que en este juego suelen haber mucho nivel.
Salimos de Pamplona con suculentos premios, con buenas experiencias, y con ganas de más.
El próximo... En N5
