A las 17:40 de la tarde la vanguardia de la formación avisó de nuevos indicios de ataque en la cabecera de la columna. los cantos de combate comenzaban a oírse tras las cercanas lomas. Cheresford ordenó un nuevo alto y sus fuerzas formaron en torno a una colina rocosa. Esta vez no se extendería en demasía. Juntas las líneas presentarían una buena base de fuego. Como si el destino leyera su mente en el momento que formaban un fuerte chaparrón hacía acto de presencia. Su base de fuego ya no sería tan efectiva. Su fama de gafe abocado al fracaso ya era algo más que una habladuría entre los hombres.

Mientras el grueso forma en el centro la caballería se lanza por el flanco izquierdo en un intento de envolver a los zulús, que aprovechando la lluvia avanzan a toda velocidad hacia los ingleses.

El destacamento de ametralladoras de Evans acusa enormemente la lluvia y no puede mantener un fuego efectivo. Las escuadras de línea no tienen mejor suerte y los zulús se acercan peligrosamente. El regimiento de rifles escoceses es la única unidad que mantiene un fuego efectivo y ocasiona numerosas bajas entre un bloque de guerreros indígenas, que finalmente es puesto en fuga por los lanceros británicos.

La incursión por el flanco tiene éxito, pero por el centro la masa de guerreros llega a las fuerzas inglesas, que en el último momento abren sus líneas para evitar un combate muy desigual.

La lluvia cesa, pero a punto de ser desbordados, Cheresford ordena la formación de sendos cuadros para aguantar la carga que se viene encima.

Ante la avalancha, Evans también ordena la evacuación de las ametralladoras de la colina, el ímpetu de la carga zulú copa a los británicos, pero de momento se mantienen firmes. La caballería de Natal y los lanceros derrotan definitivamente a la retaguardia de la columna de Cetshwayo.

Completamente rodeados, los combates se suceden por doquier, mientras los rifles escoceses y las ametralladoras ya disparan al bulto. El valle se cubre de sangre y cadáveres al tiempo que el sol se va poniendo. Mientras la caballería inglesa se sitúa en los objetivos y cuando la línea está a punto de romperse, los zulús, inesperadamente, inician la retirada. Otra "victoria del suertudo", como dirán los hombres, pues no es la primera que Cheresford consigue así. Victoria pírrica e inesperada, pero victoria al fin al cabo. Cheresford resopla entre aliviado y abatido, - "No se cuanto más podremos seguir así, no se si quiera si esto servirá para algo, si quedará alguien en Eshowe, o si se nos acabarán las balas antes que a ellos los hombres...."