Postby Arendal » Mon Jan 13, 2014 9:29 am
Los ojos grises de Eregar relampagean como si en su interior se librara una tormenta. El rostro, normalmente cansado, se transforma convirtiéndose en una máscara de aspecto furioso. Parece recobrar un brío antaño perdido, como si una fuerza oculta despertara de su largo letargo. Y no hay brazo más fuerte empuñando la espada ni escudo más firme que el suyo en el muro de escudos.
Eregar grita órdenes y su voz es como un trueno en la tormenta. Los hombres obedecen sin pensarlo y las líneas avanzan y retroceden al son que canta el veterano guerrero, aguantando el poderoso embate de las hordas del norte. Los incursores vikingos golpean como cegados por un frenesí sangriento, como lobos de una manada que caen sobre su presa… Sólo que esta vez son ellos los cazados.
Las apretadas líneas anglodanesas se abren y se cierran, llevando la batalla a su terreno, atrapando a los incursores vikingos y haciéndoles caer sobre su elaborada trampa. Los hombre del norte van cayendo exhaustos. El brío que da la furia de la batalla da paso a un mortal cansancio que se convierte en su perdición. Las bajas en ambos bandos son terribles.
Eregar observa el campo de batalla. Sangre y niebla convertidas en una visión de pesadilla. Los escasos supervivientes que forman su partida de guerra defienden el torreón. Pero la tormenta no ha cesado todavía en los ojos grises de Eregar, y el veterano guerrero ruje hambriento de sangre y gloria. Alzando su espada, se lanza contra el sorprendido señor de la guerra vikingo, y comienza una danza mortal que termina rápidamente con la muerte del guerrero nórdico.
Amaina la tormenta…
En la segunda jornada, mis anglodaneses se vieron las caras con una partida de guerra vikinga, bajo las órdenes de elmasmalo.
El torreón en mitad del campo de batalla dividía los combates a ambos lados de este. Y mientras en un lado mis guardias daban buena cuenta de los berserkers vikingos, en el otro la superioridad numérica enemiga me obligaba a tratar de renunciar a los combates y retrasarlos hasta que llegaran los refuerzos.
La táctica del desgaste me dio buenos resultados, a pesar de que acumulaba un enorme número de bajas gracias al poder en combate de los vikingos.
Los dos últimos turnos me daban la victoria conforme a las condiciones del escenario, aunque se trataba de una victoria pírrica.
Así que decidí buscar la gloria en un todo o nada, y envié al combate a mi señor, Eregar el Viejo, tío de Skade, contra el líder vikingo, tal y como mi rival había hecho en la jornada anterior.
La fortuna sonríe a los valientes, y los dioses recompensan a quienes buscan rendirles su tributo de sangre y acero… así que tras derrotar al líder enemigo, me lleve una victoria digna de ser cantada por los bardos en el invierno, cuando mis hombres descansen en sus salones al calor del hogar. Una victoria como debe ganarse a SAGA.
Resultado: Victoria anglodanesa
Bajas causadas: 18
Bajas recibidas: 21
Señor de la Guerra: Vivo (+1 dado a defensa)
Señor de la Guerra Rival Muerto en combate singular