Postby Carlos » Sun Jun 26, 2011 8:39 pm
Las Brumas Se Retiran:
Burlog se encontraba mirando a la playa, todo parecía tranquilo, tras una noche de borrachera en la que habían acabado con las reservas de cerveza humana que habían tomado al conquistar la playa, su cabeza no estaba del todo clara, tenía una fuerte resaca como no recordaba en muchos meses. Su señor le había dejado junto con un grupo de los suyos para guarnecer la playa de posibles ataques, ya que podrían usarla para volver a marchar a otro lugar cuando acabarán de destruir esa Isla. El se perdería la diversión, o tal vez no…, su vista, no demasiado buena, empezó vislumbrar unas cuantas figuras en el horizonte, varias barcas negras con el carbón se acercaban hacía su fortificación. Con rapidez ordenó a las catapultas abrir fuego, varias rocas volaron por el aire haciendo saltar a los malditos elfos al fondo del mar, donde muchos de ellos se ahogaron, y no era el mar lo peor, sino los tiburones que atraídos por la sangre acudieron en manadas para devorar a los elfos oscuros.
La risa del Bestigor se podía oír en toda la playa, que se acercaran, probarían su maza. Unos pocos elfos llegaron a la orilla, no serían problemas para sus tropas. Mientras se dirigida a la empalizada el temor se adentro en su negra alma, docenas de elfos oscuros desembarcaban con gran agilidad en la playa, a pesar de todos los muertos, muchos más habían llegado a su destino. Con solo 6 gors y un puñado de ungors, sería difícil detener el asalto, en ese caso, daría unas buenas muertes a sus Oscuros Dioses. Lanzándose con un frenesí sangriento sobre los elfos dio muerte a un buen puñado de ellos, que cansados y calados de frío huyeron ante tal acometida.
La victoria era posible, aquellos débiles elfos habían huido ante su acometida, de nuevo su risa comenzó a sonar en la playa, hasta que una larga espada apareció en medio de su pecho…gorgoteos de sangre salieron por sus fauces, detrás de Burlog un noble elfo oscuro sonrío, “ya has reído bastante maldita bestia, ahora nos toca a nosotros”.
Con la muerte de su campeón el resto de guerreros fueron rápidamente puestos en fuga. Los elfos oscuros tomaron la playa e iniciaron su invasión de la Isla.
Las Ciénagas:
Los exploradores ungors volvieron con el resto de la manada, sus informes indicaban una enorme fuerza de humanos a unos pocos kilómetros de distancia. Eran muchos y parecían bien posicionados en las Ciénagas, si querían seguir avanzando y entrar en la Isla deberían atravesar sus filas y hacer que el grueso de su ejército pasara por la brecha. Su alma de bestia le pedía entablar batalla y matar a tantos humanos como pudiera, pero su chamán había sido claro, el verdadero tesoro se escondía más adentro en la Isla y dada la gran cantidad de razas que habían desembarcado no tendrían problemas en encontrar nuevos enemigos con los que combatir.
Urgark siempre había sido astuto, aquellos humanos podrían detener un ataque de unos pocos gors o ungors, pero no podrían resistir el ataque combinado de Turk el Sangriento y sus minotauros, junto con su propia guardia personal de bestigors y los carros que habían transportado en los barcos.
Con un sigilo no muy propio de las bestias aparecieron en medio del campamento humano, como una estampida los Minotaruos arremetieron por el este contra dos enormes bloques de bárbaros del norte, sus cuerpos rotos salieron volando por todos lados, ni tan solo 2 minutos pudieron contener a las enormes bestias cornudas que tras arrollarlos cargaron contra unos pequeños Hafling que fueron aplastados bajo sus pezuñas. Con aquella brecha abierta, el grueso del ejército huyo por aquel camino.
No obstante, Urgark no pudo dejar de lado su lado más bestial y arremetiendo contra el centro de las filas humanas él y su guardia personal destruyeron una unidad tras otra. Primero unos enormes ogros que a pesar de su tamaño fueron sobrepasados por la brutalidad del caudillo y sus bestias, la guardia personal del General Mercenario intentando evitar el desastre, presentó batalla contra el Señor de las Bestias, este golpeo con su hacha, el humano intentó frenar el ataque con la espada de sus antepasados, pero fue partida en dos, con el golpe de regreso la bestia cercenó el brazo a la altura del codo. Los hombres del general mercenario palidecieron al ver a su señor caer, aquel que en tantas batallas les había comandado y en quien tanta fe depositaban. Con determinación cargaron contra el Caudillo y sus Bestigors alejandolos del general caído y evitando así su muerte. Urgark cansado de aquello, cargo al centro del ejercito enemigo, ya muy debilitado y casi sin oposición cruzó las líneas humanas.
A la caída de la noche, el Señor de las Bestias se reunió con el chaman y el resto de sus tropas. La lluvia caía incesante sobre ellos, de hecho no había dejado de caer desde que llegaron a la isla, maldita tierra, pensó Urgark, sino toda la Isla entera con su poder mágico o no, podrían hacer que cumpliera su destino!, con un gruñido hizo avanzar a sus tropas. No habría descanso hasta conseguir lo que había venido a buscar….