Los No Muertos de Basilius Von Carstein
Posted: Sun Feb 28, 2010 12:19 pm
Eran media noche, Morslieb se encontraba alta en el firmamento y Basilius Von Carstein despertaba por fin de su largo peregrinar desde Drakenhoff, en la lejana tierra de Sylvania.
Sus lacayos habían hecho bien su trabajo, una cripta situada en el jardín de una adinerada familia de Atalheim, ese seria su lugar de reposo para las horas de luz en aquella ciudad.
Agudizo sus sentidos, podía oír el sonido de las ratas royendo los huesos de los enterrados en aquel lugar, el batir de las alas de los murciélagos que empezaban su caza nocturna, y la sangre, el fluir de aquel liquido rojo por las venas de todos los seres vivos que les rodeaban..., estaba sediento, el camino había sido largo y había tenido que alimentarse únicamente de la sangre de alguna victima del camino, en ocasiones se había visto obligado a cazar durante la noche, a las bestias del bosque, sus lobos le habían acompañado y había disfrutado dejando rienda suelta a la criatura que residía en su interior, había desgarrado a sus victimas y había bebido toda su sangre, dejando los restos para sus lobos vampiros, que habían saciado su sed sobre los cadáveres con ávida locura.
Ahora, tenía una misión, un camino que seguir, Vlad confiaba en el, había sido uno de sus primeros vástagos, el beso de sangre le había sido otorgado hacía más de 300 años, tan solo un suspiro de la larga vida de su mentor y señor. Había viajado durante este tiempo, mucho hacia desde su estancia en los desiertos del caos, donde encontró a su mayor sirviente Kruger "El Rey Tumulario", su despertar le había llevado una noche entera, solo con la muerte de una docena de doncellas kislevitas había obtenido el poder suficiente para "traerlo de vuelta", desde entonces siempre le había acompañado, agarrando con fuerza su vieja maza de guerra y revestido con su poderosa armadura oxidada. También le acompañaría en aquel nuevo viaje.
Vlad le había pedido que viajara a aquella lejana ciudad y le consiguiera toda la piedra bruja que pudiera reunir, sería necesaria para realizar el ritual del Gran Despertar, con el que arrasaría las tierras de los hombres, o del ganado, como al le gustaba llamarlos. Para este fin se había hecho acompañar de sus mejores secuaces, Kruger, "El Rey Tumulario", Cirius "el Oscuro", el nigromante que conoció en las cavernas bajo la ciudad del lobo, Middedheim, sus dos criados deformes, Hans y Frederick, su inteligencia era escasa, pero lo suplían con una férrea determinación por causar dolor en el resto de seres vivos, le encantaba aquello…, sus enormes lobos vampiro, que el mismo había dado caza en los bosques de Sylvania y a los que había devuelto a la vida para que lo acompañaran en sus viajes.
Sus pensamientos cesaron, un ruido se escuchaba en la puerta de la Cripta, "entrar mis grotescos compañeros", dijo el vampiro, dejando paso a dos necrófagos atraídos por el poder no muerto de Basilius.
"Cirius realiza la llamada sobre los cadáveres que han traído mis lobos", esta noche saldremos....a cazar....
Sus lacayos habían hecho bien su trabajo, una cripta situada en el jardín de una adinerada familia de Atalheim, ese seria su lugar de reposo para las horas de luz en aquella ciudad.
Agudizo sus sentidos, podía oír el sonido de las ratas royendo los huesos de los enterrados en aquel lugar, el batir de las alas de los murciélagos que empezaban su caza nocturna, y la sangre, el fluir de aquel liquido rojo por las venas de todos los seres vivos que les rodeaban..., estaba sediento, el camino había sido largo y había tenido que alimentarse únicamente de la sangre de alguna victima del camino, en ocasiones se había visto obligado a cazar durante la noche, a las bestias del bosque, sus lobos le habían acompañado y había disfrutado dejando rienda suelta a la criatura que residía en su interior, había desgarrado a sus victimas y había bebido toda su sangre, dejando los restos para sus lobos vampiros, que habían saciado su sed sobre los cadáveres con ávida locura.
Ahora, tenía una misión, un camino que seguir, Vlad confiaba en el, había sido uno de sus primeros vástagos, el beso de sangre le había sido otorgado hacía más de 300 años, tan solo un suspiro de la larga vida de su mentor y señor. Había viajado durante este tiempo, mucho hacia desde su estancia en los desiertos del caos, donde encontró a su mayor sirviente Kruger "El Rey Tumulario", su despertar le había llevado una noche entera, solo con la muerte de una docena de doncellas kislevitas había obtenido el poder suficiente para "traerlo de vuelta", desde entonces siempre le había acompañado, agarrando con fuerza su vieja maza de guerra y revestido con su poderosa armadura oxidada. También le acompañaría en aquel nuevo viaje.
Vlad le había pedido que viajara a aquella lejana ciudad y le consiguiera toda la piedra bruja que pudiera reunir, sería necesaria para realizar el ritual del Gran Despertar, con el que arrasaría las tierras de los hombres, o del ganado, como al le gustaba llamarlos. Para este fin se había hecho acompañar de sus mejores secuaces, Kruger, "El Rey Tumulario", Cirius "el Oscuro", el nigromante que conoció en las cavernas bajo la ciudad del lobo, Middedheim, sus dos criados deformes, Hans y Frederick, su inteligencia era escasa, pero lo suplían con una férrea determinación por causar dolor en el resto de seres vivos, le encantaba aquello…, sus enormes lobos vampiro, que el mismo había dado caza en los bosques de Sylvania y a los que había devuelto a la vida para que lo acompañaran en sus viajes.
Sus pensamientos cesaron, un ruido se escuchaba en la puerta de la Cripta, "entrar mis grotescos compañeros", dijo el vampiro, dejando paso a dos necrófagos atraídos por el poder no muerto de Basilius.
"Cirius realiza la llamada sobre los cadáveres que han traído mis lobos", esta noche saldremos....a cazar....