¡Qué problemas tengo yo con Mordheim!
Confieso que me sigue pareciendo de largo una de las mejores ideas de los juegos de miniaturas. La ciudad maldita, puesta a disposición de los jugadores para investigarla calle a calle. El MEJOR sistema de campaña que se ha hecho jamás para miniaturas (junto con Blood Bowl). Una estética oscura muy atrayente. Unas bandas y personalidades muy bien desarrolladas...
Y entonces juego, y las partidas se convierten en algo que quiero que se acabe cuanto antes para empezar a ver cómo progresa la banda. Porque las reglas son... son... reguleras. Y ya no por la cantidad de lagunas, bucles o abusos que permiten. Si no porque al final consiste en juntar más peanas con daga que el otro y tirar dados de 6 (que es un dado, no lo olvidemos, que lanzado de 1 en 1 da muuuy poco juego).
Probablemente el problema fue tener que verse "obligado" a usar el sistema Warhammer, un sistema MUY SENCILLO y SIMPLISTA, que funcionaba para enfrentar grandes (o no tan grandes) formaciones, y que no sirve para enfrentamientos individuales.
En Blood Bowl supieron solucionarlo incorporando mecánicas que nada tenían que ver con el motor de juego de GW, como lanzar dos dados para pasar armadura (que no es lo mismo que tirar uno), o los dados de placaje, que rompen completamente con lo de "tirar un dado de seis". Por eso es un juego que en mesa es súper-atractivo (y por el que no pasa el tiempo, manteniéndose como uno de los mejores motores de juego existentes), mientras que hoy en día jugar a Mordheim se me hace muuuy cuesta arriba.
Insisto en lo de jugar a Mordheim. Porque lo que me cuesta es jugarlo, como comentaba al principio. Fuera de la mesa me sigue pareciendo un JUEGAZO, que merece estar entre los mejores que se han hecho. En la mesa es una castaña.
Y ya sé que no es el tema y que esto es un off topic como la catedral de Sigmar... pero estaba aburrido y me apetecía contarlo.
