Postby Carlos » Mon May 14, 2012 3:38 pm
UN POCO DE HISTORIA:
Aquel lugar le hacía sentir como en casa, enormes edificios derruidos por el cataclismo que sufrió la ciudad hacía décadas, una oscuridad casi total y una lluvia que parecía eterna caía sobre los escombros durante todo el día, y la noche.
Contemplando toda aquella devastación Lord Mordreck rememoró su pasado más remoto. Se había criado en Reiklan, con su padre caballero de la Orden de la Reiksguard, la afamada guardia real del mismísimo Emperador. Su madre había fallecido al darle a luz, durante un parto excesivamente largo, más de dos días que la habían agotado hasta la misma muerte, parecía como si el mundo no quisiese aceptarlo en su seno. Aquella desgracia lejos de causar odio del padre hacía su hijo, los había unido aún más.
Apenas veía a su padre, siempre estaba de servicio, pues los males que atacaban al Imperio eran permanentes, y tenía que estar constantemente viajando, no obstante cada minuto que pasaba junto a su padre, era para él, los mejores posibles, prestaba atención a todo lo que le contaba, sus historias de honor y valentía, de cómo los hermanos caballeros se ayudaban y protegían unos a otros, como una familia. Aquellas historias le llevaron a soñar llegar a ser un caballero como su padre, orgulloso y valiente.
Durante las ausencias paternas, se había criado con monjes sigmaritas, hasta la edad de 12 años, cuando entró a estudiar en el Colegio de los Hijos de Sigmar, una orden destinada a formar a futuros guerreros del Reik.
Su devoción por Sigmar, solo era superada por la que tenía hacía su padre. Pero todo aquello cambio en unos pocos días. Tras una de sus campañas, su padre volvió gravemente herido, durante una batalla había recibido el ataque directo de un hechicero del caos, que le había causado graves quemaduras. Ya en su hogar, Mordreck con ayuda de los sirvientes y cirujanos le había curado y atendido las quemaduras de la mejor forma posible. Pero las heridas no eran lo peor, el cuerpo del caballero empezó a cambiar de forma extraña, una enorme boca le estaba creciendo en su pecho, los sirvientes avisaron con urgencia a la propia Orden de la Reiksguard. Ante aquellos hechos, tomaron a su padre y lo condenaron por hereje, era un mutante del caos, una bestia corrompida que había servido como espía en su Orden durante años. Aquello era una falacia, Mordreck no podía creer lo que decían, estaba claro que aquella mutación la habían causado las heridas que sufrió en combate, lo dijo a los caballeros, pero nadie lo respaldo por miedo, el caballero fue ajusticiado ante la atenta mirada del joven Mordreck. Su cuerpo fue incinerado y el nombre de su familia marcado con la señal del traidor. El niño, pues solo contaba con 15 años, juró vengarse, no existía la justicia de Sigmar, ni el honor entre Caballeros, todo el Imperio estaba corrompido, desde la propia Iglesia, hasta los más bajos estratos, puesto que ninguno había ayudado a salvar a su padre.
Astuto, como siempre había sido, degolló a todos sus sirvientes mientras dormían, como castigo por no haber defendido la verdad de su padre.
Ellos los habían juzgado, seguidores del Caos les habían llamado, y eso es lo que sería, si el débil e injusto Sigmar no podía darle lo que ansiaba, acudiría a aquellos que realmente eran poderosos, los mismísimos Dioses del Caos.
Cogió un caballo y se dirigió rumbo al norte, a los Desiertos del Caos, donde con el transcurso de los años aprendería hechicería y se haría un hombre, antes de regresar y tomar su justa venganza.
Fue en la ciudad de Praag donde conoció al Príncipe Osrik. Este noble había luchado en las tierras del caos con los soldados de los Zares Kislevitas, ganándose una gran reputación como espadachín. De gran porte y diestro majeo de la espada, se había convertido en un verdadero Don Juan en la corte Kislevita, se decía que hasta la mismísima Zarina había disfrutado de sus portentos. Pero la maldición del caos le alcanzó. En sus amoríos no tuvo el buen ojo de no juntarse con determinadas mujeres casadas, y al yacer junto a la esposa del hechicero del Zar, este lo maldijo, haciendo que un engendro demoníaco lo poseyera y transformando su anteriormente hermoso cuerpo en una aberración del caos. Lo acusaron de mutación y alianza con el Caos, y cuando iba a ser quemado vivo, Mordreck lo liberó con uno de sus hechizos y huyeron de Praag para internarse en el Imperio. Desde aquél momento, el trastornado Osrik juró lealtad eterna a su nuevo Lord, iría donde este fuera y lo protegería con su propia vida.
Juntos avanzaron por los oscuros bosques del Imperio, conocieron a más mutantes y poco a poco se fueron transformando en una pequeño ejército del Caos. Asaltaron Caravanas de Mercaderes e incluso posadas, amasando una pequeña fortuna. Cuando se creía suficientemente poderoso, se dirigió a cumplir su objetivo. La muerte de aquellos caballeros que habían traicionado a su padre. Uno a uno los fue aniquilando, aprovechando la avanzada edad de los mismos, los atrajo a recónditos lugares donde los torturaba hasta su destino final, condenar su alma a los Dioses del Caos.
Las acciones de Mordreck no pasaron desapercibidas, y finalmente un ejército fue enviado a detenerlo. Sus tropas eran poderosas, pero no estaban ordenadas, creyendo que podría vencer hizo frente al ejército enviado en su búsqueda, pero poco pudieron hacer contra tropas tan bien pertrechadas y formadas. Sus lacayos se esparcieron por los bosques y solo unos pocos le permanecieron fieles.
Ante aquél giro de los acontecimientos, se dirigieron al sur, hacía la nueva ciudad del Caos, donde cientos de mutantes se aventuraban para servir al nuevo líder del Caos, el llamado Señor Oscuro.
Al llegar a la ciudad se unió al resto de servidores del Caos, su nombre no era desconocido y se le dio el título de Magister así como el mando de una pequeña banda de mutantes y poseídos.
Solo el bueno de Osrik le seguía desde el principio, fiel a su pacto sellado a fuego. Juntos se hicieron un gran renombre en aquella devastada tierra de Atalheim, hasta que el Consejo les hizo llamar para cumplir con una misión encomendada por el mismísimo Señor Oscuro…