“No te escuchará”.
Sidir se mostró tajante en su afirmación. El enorme guerrero árabe se mantenía de pie, firme, mirando hacia la polvorienta carretera que llevaba a las afueras de Amarillo.
Lucas McCabe fingió no escuchar a su fiel guardaespaldas. Había aprendido a confiar en su palabra y sabía que Sidir podía estar en lo cierto. Pero prefería creer que ella, Misaki, la hermosa Hija del Trueno, atendería a sus razones. Por desgracia, sabía que su delicada hermosura sólo era comparable a su orgullo y su fiereza. Así que montando en su caballo aprestó a Dario, Alaister y al viejo Bobby McGuee para que tomaran posiciones en torno a las viejas casuchas de madera que bordeaban la carretera. A tan sólo unos metros, Arshies parecía mirar más allá del vacío. Oculto el rostro tras su casco ceremonial, el arquero enfrentaba su lealtad en una dura batalla que pronto tendría un único vencedor.
“Ahí vienen”, dio McCabe más para sí mismo que para sus compañeros. “Las cartas están ya sobre la mesa”.
La última jornada “regular” de la campaña de Amarillo me enfrentó ayer a la banda de Diez Truenos de Dauphin. Era un enfrentamiento largamente planeado, pues una de las ideas cuando hice los emparejamientos de esta campaña, fue que la última jornada tratara de buscar enfrentamientos “temáticos” (siempre que fuera posible).
En mi caso, las dos bandas enviadas por los Diez Truenos a Amarillo tendrían algo más que palabras.
Como misión principal nos salió Derechos de Ocupación. Pero más interesantes fueron las intrigas, donde ambos decidimos que debíamos eliminar al Henchman rival y proteger al propio. En definitiva… la partida era una auténtica pelea de gallos, una demostración de poder, y una prueba de lealtad ante el Gran Dragón, entre uno de sus más particulares servidores (Lucas McCabe) y su propia hija (Misaki).
La partida fue rápida como un rayo, dinámica y con muchos giros y momentos espectaculares. Tal y como uno espera que suceda cuando juega a Malifaux.
Yo empecé tratando de aprovechar la movilidad de McCabe para ir eliminando a los secuaces rivales (Torakages) uno a uno mientras los Holgazanes protegían a Sidir. Roberto en cambio se lanzó rápidamente buscando aprovechar su mayor potencia ofensiva para eliminar a mi protegido.

La primera sangre fue mía, McCabe cumplía con lo esperado… Pero la irrupción de Misaki y Ototo dejó fuera de combate a la práctica totalidad de mi banda, mientras ambos además tratábamos de pelear por el control de la mesa. Hubo que disparar con todo lo disparable a Ototo para eliminarlo finalmente… pero la partida no había acabado.
El momento álgido llegó cuando Misaki, tan caprichosa y temeraria como peligrosa, se lanzó en una carga imposible contra un McCabe que trataba ya de hacer las paces con su aliada y rival. Fue necesario descartarse de toda la mano para evitar una muerte directa… Pero todo se resolvió en una de esas escenas en las que Harrison Ford, tras ser abofeteado por la chica, la agarra con fuerza y la besa diciendo alguna frase de esas ingeniosas que se decían en el cine de los años ochenta. Misaki acabó cayendo rendida ante el pícaro McCabe

Una buenísima partida en la que acabé perdiendo un Holgazán y ganando 8 piedras que usaré para contratar a otro y, ahora que tengo el favor del Dragón, reclutar a un Samurai.
Atentos a estas páginas, que próximamente conoceréis los planes para el último mes de la campaña (abril).
¡Los secretos de Amarillo están a punto de ser revelados!