El nuevo gobernador planetario del recién conquistado planeta por la Gran Cruzada quería dejar clara su fidelidad al Imperio. Así que, encargó un nuevo edificio con una torre, tan alta, que fuera una ofensa a dios. La Verdad Imperial así lo exigía y se sacudía los vestigios de la antigua religión que ahora estaba proscrita por sus nuevos gobernantes. Se convirtió en la oficina de empadronamiento más cara del planeta. Los contribuyentes estaban encantados.
Irónicamente, con el paso de los siglos, el edificio pasó a ser consagrado al culto del Dios Emperador

